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A. CAMPIÓN 255 ces;demostrarle la necesidad de la expatriación á Francia, á la espera de una de tantas amnistías co– mo conceden los gobiernos; manifestar su inque– brantablepropósito de huir acompañado de Toma– sha, por no sufrir la pena de estar separada de ella cuando pariese. Lajumera, instintivamente, temía que la despedida produjese algún trastorno en sus planes.Cómo evitar que andre Joshepa ó Martín, ó los dos, se viniesen á decirle adiós á la hija? Alega– ría la prudencia de no llamar la atención de los ve– cinos,fingiríaque pensaba residir cerca de la fron– tera, en el país de Yaneta, por ejemplo.Tiempo les quedaríade verse en la morada fronteriza! Lajumera respiró más desahogadamente, pero su rostro permanecía trastornado aún cuando se acer– có á Tomasha. -Noveda d tienes! aquel jorobeta alguna cosa mala te ha dicho..... -Sí; la verdad siempre por delante..... Mañana piensan meterme en la cárcel. - En cárcel? por qué? alguna bribonería has hecho? -Ninguna, mujer! Cósa de periódicos!mis escri– tos en defensa del pobre desatan sobre mí la ira de los burgueses! La lucha intelectual pertenecía á un orden de co– sas donde el espíritu de Tomasha situaba el impe– rio de las quimeras. Las tradiciones de raza le en– señaron que las ideas capitales y los sentimientos profundos ponen un fusil en las manos de los hom– bres y los impulsan á la montaña. Así es que en to– no de menosprecio, que hubiese molestado mucho á Lajumera otras veces, exclamó: · -josus! á su cabesa perjudicar por andarse en papeles, esas son shorakeris ..... Tú ya escribes, pe– ro los pobres siempre están en el mundo! -Bueno, bueno! esas materias rebasan tu capa-
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