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A. CAMPIÓN 243 civil y el alcalde, manteniendo la cohesión de los huelguistas,á quienes repartió dos ranchos, gratui– tos y diarios, durante la huelga. Este buen éxito Je devolvióla popularidad y le enseñó que la bolsa propia se salva á menudo exprimiendo la ajena. III Lajumera había borrado de la tabla de derechos femeninosel de la inviolabilidad de la correspon– dencia. El cartero recibió orden de entregarle cuan– tas cartas viniesen bajo sobre á Tomasha. No trajo ningunadurante mucho tiempo. Por tanto, le sor– prendióy.alarmó la frase que un día Jedijo: -Carta para tu mujer, Perico. La recogióy le dió un vistazo por encima. Era del interior. El sobre basto, sucio y mal escrito, re– zaba: "A D.ª Tomasa, mujer de Perico el Socialis– ta. San lnacio, taverna.,, Tomasha, en la cocina, conversaba con su madre. Diariamente la andre ó Pachika , que concurrían al mercado, antes de regresar á Eguren ~ornaban una taza de caldo y un chiquito de vino. No se enteró de que había carta para ella. Perico rompió el sobre, y con dificultad, por la pésima letra, leyó: "Tomasa una persona Te ciere y Te ciere abril los hojos. tanbien Te igo que tu marido nues tu marido, porce está casau con otra, cuya mujer se llama F.lorentina Rubianes, natural de Madrí y la tien enzerrá en un mani Comio y Te igo ce Te separes de ese mal ombre; se casó Cont– igo solo por los dineros y es un sin berguenza caunce ubieses estau preñada de Guziraco suviese casau tanbien.,, El primer movimiento de Perico fué-de cólera. Comenzó á blasfemar entre dientes y se retiró á un
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