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240 LA BELLAEASO gilancia, odiosa. Las mujeres de su casta van y vie– nen, entran y salen; innumerables caseras, antes de asomar el sol y después de oculto, suben y bajan entre breñas tenebrosas, sin otro guardián que el "sí., ante el cura pronunciado. Algunas veces no pudo reprimir una queja. Perico mantenía" su cri– terio:- "á las mujeres, por buenas que sean se les ha de atar corto.,-decía, aduciendo, á guisa de de– mostración, "perradas de las de su tierra,,.-"Nos– otras no somos así.,- contestaba Tomasha. En las palabras de uno y otra se contraponían dos mundos. Pero el tipo del hogar meridional cerrado, que se deriva del harem, prevalecía sobre el del hogar sep– tentrional abierto, creación del bosque y la montaña. II El asunto de los celos lo resolvía el sistema "pre– ventivo,,, vigente con rigor absoluto y rígida perse– verancia. Era corno un estado de guerra aplicadoen Varsovia por los rusos; y en perspectiva, si hubie– se lugar á ello, la "represión implacable,,..... Pero otras dificultadesmás complejas preocupaban á La– jumera. De la noche á la maií.ana cesó de ser obrero. Transformación antipática á la mentalidad socialista, fácilmente sería reputada por traición ó deserción, á poco que la envidia ayudase. Perico percibía cier– to tufillode hostilidad, latente gracias á la antigua disciplina. Los groseros cerebros de los correligio– narios, poco más que de gorila, no entendían la compatibilidad entre el socialismo teórico y el ca– pitalismo práctico, asequible á las ''masas cultas,, de otros países. La propiedad había de ser abolida ''socialmente,,; mientras se mantuviese, cada hijo de vecino quedaba en franquía de acaparar el ma-

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