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234 LA BELLAEASO -Estoy dispuesto, como padre, á humillarmede nuevo cuantas veces se quiern ..... El almirante se echó á reir: sus dientes, demasía- · do lindos y bien conservados para ser naturales resplandecían bajo el bigotenegrísimo,recién teñido'. -Esas son niiierías, señor mío! Se pondrá usted en ridículo, sin provecho. - Luis no está en Easo. Anoche, cuando decidí sacrificarme por el bien común, le envié al extran– jero. Allá residirá tres ó cuatro años..... hasta que mude la piel bi::ka.itarra. -No le hace; los marinos le buscarán, y no ha– llándole, levantarán un acta para descalificarle en– tre los hombres de honor. Pesará como una losa fúnebre sobre su honra de caballero, exponiéndole á mil mortificantes alusiones, causa de otros tantos choques personales en lo futuro. ¡Ojo al conflicto de orden público que pudiera renacer ahora! Será muy difícil de evitar qt,.telos marinos, vista la..... la..... la retirada del hijo de usted, no descarguen sobre la imprenta y redactores del Gachori la in– dignación en que rebosan! - Ah, Dios mío! cuán amargos los frutos de la irreflexión, del loco entusiasmo juvenil. -Es verdad. -Qué hacer? -Sólo dos caminos hay, y uno solo bueno: que el hijo de usted, bajo su firma, publique una re– tractación suficiente..... No seremos muy tiranos..... El otro camino, que es el malo, consiste en una re– paración por las armas. La eficaciade una larga re– sidencia en el extranjero, nula para el caso. Apenas pise tierra espai'iola se reproducirá la cuestión, ó tal vez antes, en el extranjero mismo..... los mari– nos viajamos fácilmente..... y se reproducirá de un modo brutal, porque el hijo de usted estará descali– ficado: á gente de esta especie no se le da un bala-
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