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A. CAMPIÓN 223 nada,no dió con el folleto. Creyó recordar que di– chapoesía fué incluida posteriormente en alguno de los tomos de versos. Recorrió uno por uno los magníficos volúmenes de la "Edition natio1111ale,,, dos y tres veces, . sin descubrirla. La impaciencia sinduda le cegaba..... Decidióse á escribir contra losmarinos: ¡habrían encajado tan bien media do– cenade versos, á guisa de epígrafe! uno de esos as– pergesde Hugo cuya3 gotas de hiel resplandecen comoestrellas! Volvió á su cuarto, nervioso, despechado, conte– niendolágrimas de corajina por vergüenza. Tomó la pluma, extendió las cuartillas..... Veía que iba á cometer una imprudencia, un acto que acarrearía sinsabores, perfectamente inútil además; que no evitaría los festejos antipáticos ni favorecería tam– poco al nacionalismo basko..... Pero le era imposi– ble reprimirse, someterse á la razón; sentíase libre y obraba cual si no lo fuese, cerrando los ojos al peligro,los oídos á la advertencia..... Su pluma voló sobre el papel. Sin tachaduras ni enmiendas ni rebusca de frases ó conceptos, con una facilidad admirable, escribió el artículo: una diatriba feroz. un libelo casi, compuesto de lo que oyóen el Casino y de recuerdos de sus lecturas. Ypor remate, la pincelada local que causaría efec– to en los batzokis, movería la risa de los jelkides, repletos de sagardua. Comparando las bajas sufri– das por los españoles, á las que éstos causaron á los yanquis, concluyó: "Aquello no era una escua– dra; aquello era ¡el Zezen-zusko!,, Leyó las cuartillas en alta voz, despacio, con en– tonación dramática, mecido por la musicalidad de su prosa robusta. Una vez siquiera en su vida ha– bría sido un eco de la opinión universal; él apenas ponía de su cosecha otra cosa que la forma artísti– ca. Debajodel título, entre paréntesis, á guisa de

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