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222 LA BELLAEASO festejos, algo pobre, se enri(1uecíacon un imprevis– to é interesante número nuevo: el patriotismo y el negocio celebraban justas nupcias. Las corporacio– nes, los casinos y las sociedades de recreo dispu– sieron sus respectivos programas, hábilmente com– binados entre sí. Miramar celebraría una garden party, cuyo anunció levantó de cascos á las señoras de la Tertulia azul y á todas sus émulas, imitado– ras y satélites.Julia y Luz no sosegaban un punto preparando trajes para los bailes y jiras, y espe: cialmente para la garden party miramaresca. En la escuadra navegaba Sebastián de Elkano, el novio de Luz; durante la estancia de él se ultimaría la boda. D. Víctor tomó muy á pechos el asunto de los festejos y obtuvo del Ayuntamiento una gene– rosa asignación de fondos. A Luis se le hacían insoportables los derroches de júbilo de su familia. La exasperación, hasta en– tonces difusa, iba condensándose lentamente. Sen– tía comezones de escribir "algo,,; precisamente el 28, día del arribo de la escuadra, le tocaba publi– carse al Gau-Chori. El entusiasmo de la ciudad le parecía estúpido. Recordaba la tarde del Casino, cuando llegó la noticia de Santiago, la tremenda explosión de odio contra la Marina, la defensa y el anatema, á la ·manera bíblica, del pobre Perico Se– rantes..... Recordó á la par cierta poesía de Víctor Hugo con motivo de una revista militar en París, después de la guerra franco-prusiana, pretexto á los ditirambos del chauvinisme ..... Se le había ol– vidado el título; la poesía se publicó en forma de folleto; terminaba pidiendo, poco más ó menos, que no se exhibieran los soldados hasta después de re– habilitarse en la victoria..... Se metió en la bibliote– ca, revolvió los libros, los papeles, tragó polvo, se ensució las manos, perd:ó tres ó cuatro horas su– biéndose á los estantes, bajándose á los armarios:

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