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214 LA BELLAEASO -:-Dueño de la taberna! Semos unos bestias; car– ne de cañón siempre. -Qué guapa estaba ella, riñones! - Déjalo! que es vaca corrida. No es la primera vez que entra á varas. -¡Cochino! -¡Sin vergüenza! - Eso es comer podre: la sobra de los cutos! Los dos compañeros se miraron, verde el rostro de envidia. - Escúchame, Olegario! Tengo una faca albace– teña ..... no m'hagas traición ..... se la hemos de me– ter en la ingle hasta las cachas! -Cudiau! aun hay presidio y horca ..... - No m'entiendes; la faca que yo digo no vierte sangre, pero llega adrento, al mismísimo sagrario de los sentires ..... Tan juntos los rostros que en la conversación se los salpicaban de saliva, continuaron ellos con– certando sus planes mientras el mar tendía su es– pejo á la noche azul, prendida de estrellas.

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