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A. CAMPIÓN 211 Pero en seguida la sobr~cogió la pena. Su enor– mepecho se abultó más con los suspiro~ conteni– dos,le temblaron los labios y dijo: 'l '1 T h ' , ' -Aque a a ornas a..... a m1,no. -Sí, ya lo sé-replicó el padre cariñosamente.- Diceque á aquélla la tomaría sin dote, pero yo te señalaréá ti uno mayor aún que el que se imagina él... . Mañana voy á Errondoberri á hablar con el amo,y se arreglará todo. Pachika irguió la cabeza, entreabrió los labios co– mopara aspirar un hálito de vida. En los diversos cambiantesde los ojos garzos reflejaron las aguas montañesas sus más alegres matices. Resonó el suavesilbo de las currucas y entre los fresnos co– pudos flameóel oro verdoso de las cantáridas. VII A la hora del lleno, cuando el humo de los ciga– rros y la sartén enturbiaba el ambiente de !a taber– na, y el carraspeo, las toses, los diálogos,los cantos, el ruido de vasija y botellas formaban un confuso tumulto, Perico Lajumera y Tomasha se apearon de una "cesta,, y entraron del brazo dirigiéndose al mostradordesde donde andre J oshepa atendía á los parroquianos, y después de alzar la tabla que ser– vía de portillo, se situaron al otro lado. La novedad del caso impuso silencio, al parecer, absoluto,comparado al anterior bullicio; mas un oído fino hubiese percibido rumores de serpresa, amén de alguna exclamación provocada por la her– mosura de Tomasha, que lucíaextraordinariamente gracias á los colores de su traje, hábilmente escogi– dos para que resaltasen la blancura del cutis y el

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