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A. CAMPIÓN 193 renarse,aunque también le sentó mal la presencia deYaneta,por apologista de Guzirako. -Salía de la habitación; viendo entornada la puert~, entré: qué oc~rre?---:-preguntóYaneta sor- prendida. · Andre Joshepa, reservando para lo último las re– criminaciones, refirió el suceso; Yaneta, sin reflexio– narsobre sus palabras, con ingenuidad encantadora interrumpióel relato. -¡D. Juan Bautista en el dormitorio de la To– masha?Puede usted afirmar que eso no es verdad... Cayó en la cuenta de que iba á venderse, y no completó su frase. La firmeza del aserto, la vehe– menciadel tono, la espontaneidad de la interrup– ción,habrían llevado el convencimiento al ánimo de cualquiera. Andre Joshepa experimentó un grande alivioen su congoja. D.ª Constancita y Yaneta glo– saron los temas de las ce malas lenguas.,y de la ce pé– simafama,, de Guzirako, hoy inmerecida. La andre no hallóreparos que oponer á esos puntos de vista consoladores. A mediodía se despidieron las dos visitantes. An– dre Joshepa, sola, discurrió más fríamente: ce nadie dará crédito á la verdad; dirán que es compostura, pastel de última hora,,. Volvió á desconsolarse. "¡Másnos convendría que el hecho fuese cierto y nadie lo creyese!,, Abatida, impresos en el rostro lossignos de una desazón tremenda, abrió la puer– ta á Martín, que volvía del campo, risueño como cuandosalió de madrugada. m Martín escuchó el relato: ni un gesto ni un voto ni un ademán exteriorizaron la impresión que reci- 1s
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