BCC00R49-5-16-1700000000000000410
180 LA BELLAEASO dole un regalo. So pretexto de haberl e salido bien cierto negocio le entregó unos pendientes de coral italianos, á propósito para lucir junto á una tez blan~ quísima como la de ella . Tomasha, delante del espejo, se divertía en mo– ver levemente la cabeza: las rojas caídas oscilaban semejantes al badajito de una campanilla. Irigoyen, detrás de la muchacha, seguía el juego procurando acercar los labios cameladores. Por fin, atreviéndo– se, los estampó sobre la menuda oreja que por su color parecía el capullo de una rosa. Guzirako te– mía que ella se enojase, pero ella prosiguió riéndo– se y moviendo la cabeza, más cerca aún que antes de la boca cortejadora. Cobró mayores bríos Guzi– rako y quiso repetir el beso: Tomasha apartó la ca– beza; el beso se perdió en el aire . En seguida se quitó los pendientes, y sin dejar de sonreírse los puso sobre la mesa. - .Creí que era un regalo, pero veo que me los quiere usted cobrar. -Y un rega lo son, vida mía! Al que recibe un re– galo, un poquillo de agradecimiento le adorna. Qui– se evitar parecieses ingrata. Los pendientes son dos ..... un besito por cada uno ..... - A mí no me gusta recibir besos; si acaso, darlos . - Yo prefiero recibirlos; la compostura es fácil. Deme usted uno, el ·que falta. - Voy ..... con una condición . - La acepto. - Que ha de ser en la barba . -En la barba? por qué? - Porque es lo único hermoso qur- tienen los viejos . Tomasha dió tres ó cuatro pasos, como para cun1-: plir la oferta . lrigoyen, por su táctica de intimar á cualquier cost~. disimuló la molestia que le causó la frase y presentó la barba, levantando y estirando
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz