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176 LA BELLAEASO naria "despedida,,. El largo deseo centuplica el va– lor de la cosa deseada; sin duda Tomasha, coqueta perversa, ponía el axi0ma por táctica. Pero de ve– ras Tomaha merecía esa calificación? Mejor le cua– draba, acaso, el de coqueta instintiva, y en ocasio– nes ni aun éste, sino el de aldeana ingenua que no vislumbra el alcance de sus actos. Guzirako , lo mis– mo que Lajumera, daba vueltas alrededor del acer– tijo consistente en descubrir las dosis de una Jiga entre el candor y la corrupción. A cada paso la conducta de Tornasha descubría el fondo de su carácter, inmune al contagio de pos– tiza picardía..... No obstante, la aleación del bien y del mal aparecía notoria. Guzirako dábase el lujo de seguir los preceptos de una moral propia.-"Yo no fabrico mosas desenvueltas-solía decir á sus arnigos,- me aprovecho de las que lo son. Mientras la fruta se mantiene en la rama, Dios la guarde; cuando cae en tierra ..... entonses.,, La hoja de servi– cios de sus campañas mujeriegas no consignaban un solo caso de engaño ó captación: el egoísmo sutil y cauteloso cubría plaza de relativa virtud. Ni si– quiera en la "despedida del amor,,. por solemne que fuese, entendía vulnerar las ordenanzas de su lii>er– tinaje. Tomasha era fruta en el árbol ó en el suelo? El enigma refrenaba los ímpetus de Irigoyen. Poco á poco descubrió una pista. Raimunc\o, de ordinario, iba á verle dos ó tre s veces por semana, pero interrumpió la costumbre. Guzirako le necesi– taba para los estudios de la "tercera ciudad,,, y se lo echó en cara amistosamente. Prometió aquél en– mienda y no la hubo. Le convidó Guzirako de pa– labra y por escrito á los almuerzos, y Raimundo Je desairó otras tantas veces bajo pretextos sin sustan– cia.- "Le habré ofendido ó faltado? A un escrupulo– so examen, la conciencia replicó negativamente. Re– volvió fechas en la memoria y notó una coinciden-
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