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A. CAMPIÓN 175 aplicables á sus empresas. Los médicos le habían metidomiedo. Vivía bajo la amenaza de alguna do– lencia terrible que no le quisieron puntualizar- el corazón?el cerebro? el sistema vascular? los pul– mones?-pero que exigía vida sobria.-"iAh, si fue– se joven!,,exclamaba, saciando los ojos lascivos en la hermosura de Tomasha .-" Dónde se oculta Me– fistófeles?-pensaba, recordando la ópera de Faus– to:-si la sangre de viejo vale algo, por qué no buscala mía? Dispuesto me hallo á estampar la fir– ma roja.,, Tomasha, desdeñosa á los de fuera, lucía todas lasmañasque había ido aprendiendo para embo– bar y marear á Guzirako . Cumplía su obligación con puntualidad sin tacha. Se desvivía por leerle los deseos en los ojos. A solas quebraba el respeto, mantenidoante los extraños, con rasgos de cariño– sa familiaridad que á veces se equiparaban á sen– sual provocación. Mas si Guzirako, olvidándose de médicos,se metía por el fácil camino de las ilusio– nes y paladeaba de antemano la "próxima é irre– vocabledespedida á los encantos del amor,,, una frase de ella se las enfriaba revelándole que la so– ñada ternura se componía de conmiseración á la concupiscencia senil y falta de miedo á sus em– bestidas. III Decepción de efectos, duradera tres ó cuatro días á lo sumo; lrigoyen no era hombre regenerado, sino empedernido pecador. Un contacto, una pala– bra equívoca de Tomasha, que nunca faltaba, sobre todo por la noche, mientras le descalzaba y le hacía cosquillasen la planta de los pies, un mimo insigni– ficante,le persuadían á dar por inminente su irnagi-

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