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CAPÍTULO SEXTO I ADA domingo y día de fiesta, antes ó des– pués de paseo, Tomasha iba á visitar á sus padres, engolfados en sus preparati– vos de marcha. El caserío de Eguren fué adquirido con sus muebles, ropas, ape– ros, animales de establo y corral. Como la nueva vivienda era chica no se podía trasladar á ella el mueblaje de la casa de Easo, lujoso y fla– mante, á gusto de la ciudad. La andre ponía sus cinco sentidos en la ardua tarea de la selección: la ropa blanca, dos ó tres camas de "primera,,, la va– jilla "de señores,,, por lo menos, harían el viaje á cargo de Pachika, reinstalada en su oficio de boye– riza. Las demás cosas se venderían. Andre joshe– pa andaba en tratos con las Mari-moldaris: ¡valien– tes brujas aquéllas para ofrecer poco por lo que mucho vale ó costó mucho! El negocio de la taber– na también daba quebraderos de cabeza. Al princi– pio los Zubeldía decidiéronse á vender el ajuar de ella, á una con el de la casa; pero Mushú Pierr se burló de tanta bobez, demostrándoles que lo impor-
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