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A. CAMPIÓN 163 dos!Papá, por el cariño que te profesa, es merece– dor de ello. Luis les hizo frente: sin faltar al respeto podía oponerles una negativa rotunda. -Vosotras equiparáis las convicciones á los som– breros: cosas de quita y pon! Me pedís que me vuelvaotro de repente, que me desacredite ..... Im– posible! Ellas insistieron y Luis también, con palabras ca– da vez más vivas. D. Víctor, á quien aporreaban los golpesdescargados sobre cabeza de turco, interrum– pió la disputa. -Se hará lo debido! Mañana publicarán los dia– rios un suelto oficioso, que ahora mismo vas á re– dactar,diciendo que te separas de la redacción del Gau-Chori y de Enzkadi-berriya . Mientras sea yo alcaldete prohibo escribir en ellos y asistir al Cen– tro Euzkeldim. Esta prohibición se cumplirá al pie de la letra, ¡badajo!, como me llamo Víctor. Su cuerpecito eleg~nte temblaba sacudido por la cólera, terrible en los caracteres débiles cuando se desborda. El tono era tan rajante que maravilló á los hijos en la misma proporción que el vocablo soez, nunca proferido por aquellos labios. Luis bajó la cabeza, suspirando. Sacó un tintero de bolsillo y sobre una hoja de la cartera escribió dos ó tres lí– neas de letra temblona. D. Víctor tomó la nota, y calándose los quevedos la leyó despacio. -Est á bien-dijo en voz sorda. - Su cólera se había evaporado.-" Por qué no nos entendemos? pensó. Muchacho bueno, inteligente! Maldito Sa– bino que me lo desentornilló por completo.., Enterneciéndose, alargó la mano. Luis, menos flexibleen el movimiento de sus afectos, la apretó sin efusión, por puro compromiso. Nadie sintió áni– mo para pronunciar una palabra. En el silencio rei– nante sonaron tres ó cuatro sollozos. D.ª Ambrosia,
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