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162 LA BELLAEASO nudez paterna ; mas por qué á la comunidad de san– gre, engendradora de tan estrechos deberes, no acompañaba la comunidad de afectos? Caminaban padre é hijo por vías tan divergentes que se vis– lumbraba la separación absoluta. Luis apartó la vista del rostro enfurecido de don Víctor, y en los ojos de sus hermanas leyó una hostilidad no menos furiosa: la familia se le iba de entre las manos, si la familia es algo más que un apellido. Balbuciente el labio, respondió: - Lo he leído. Es el artículo de Arditurri.-AI cabo de solemne pausa, con extraordinaria amar– gura, prosiguió:-¡No habrá dejado por eso de ve– nir á felicitarte! D. Víctor atribuía el artículo madrileño á suges– tión easonense. Porque le fué muy desagradable ver confirmada su sospecha , se recrudeció su enfa. do contra Luis. No quiso ahondar en la veracidad de la noticia, harto verosímil. - Sea de quien fuere el artículo, el caso es igual. Ocupo una situación difícil,falsa, por tu culpa. Sien– do sospechoso arriba no encontraré apoyo francc en los pequeños conflictos que ocurran. Se malo– grará mi alcaldía. Ya lo ves, hay correligionarios qut no me tragan. Si fueses hijo modelo, hoy mismot< darías de baja en el Centro Euzk eldun y publica rías un comunicado diciendo que ingresas en e partido conservador, desengañado de tus antiguas) nobles ilusiones. Con literatura se dice todo; á ti rn te falta ese arte; Jo que sí te falta es cariño, con sideración á tu padre, de quien no te puede: quejar. Julia y Luz declararon que no cabía soluciónmá razonable. Imitando á las personas mayores que si ponen á quebrantar la obstinación de trn niño ma criado, decían con lengua de almíbar:-Anda, Lui~ sé bueno, sé complaciente!Nos darás un gusto á to
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