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A. CAMPIÓN 161 á pasonervioso, daba vueltas por el aposento mien– trasJulia le_ irritaba la herida manoseán~osel~. Cin– co ó seis minutos antes de la cena llego Luis. La carade sus hermanas le indicaron el mal humor reinante: Luz y Julia rivalizaban en fosquedad. D. Víctor se le acercó, meneando convulsivamente La Epoca con la mano derecha. Pocas veces solía montarse en éólera, pero una sola equ ivalía á muchas. -Debías de habernos acompañado á recibir la gente,á la muchísima gente, la más lucida del pue– blo,que ha venido á cumplimentarme. Te divorcias de nuestras satisfacciones. Tus majaderías siembran de obstáculos mi camino. Las chifladuras inofensi– vasson admisibles, las demás no. Enciendes fósfo– ros dentro de un polvorín. A un país que no existe sino en tu imaginación sacrificas tu familia, que es una realidad tangible y á quien te Jiga el deber. Diablo!también la familia tiene fueros! Lee, entéra– te, reflexiona, sé hombre formal, rectifica tu con– ducta. Euzkadi es una quimera, yo soy hombre 1 de carne y hueso, yo soy ¡tu padre! Estas disensiones de familia perturbaban á Luí s. El respeto le sellaba los labios, regolfándole las .mil contestacionesque le ocurrían. ¡Negar la sustancia– lidad de Euzkadi! Contraponer á la imagen pura de la Patria y á su corona de espinas los anhelos del amor propio, colmados por los propios enemigos de ella! Todos los defectos más antipáticos de la clase mediaeasonense, al parecer habíanse encarnado en unhombre, y aquel hombre¡era su padre!, digno, tan sólopor serlo,del respeto que no le escatimaba, y ade– más,de cariño, porque era padre amante, indulgen– te, generoso, amigo de satisfacer gustos y aun de adivinarlos ..... No le tocaba al hijo residenciarle y juzgarle ni levantar la capa que desde los orígenes del mundo tienden los buenos hijos sobre la des- 11

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