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A. CAMPIÓN 17 to le costó á joshepa readaptarse á la pobreza del caserío! Cuántas quejas hubo de escuchar, cuántos sofiones hubo de recibir el pobre hombre! Cuántas veces, tenaz recuerdo del bien perdido, resonó la frase: "en casa de los señores ...,, Pretendiójoshepa ajustarse nuevamente después del segundo parto, se mantuvo inflexible Martín, y no lo consiguió: así se lo había jurado á sí propio el día que su mujer, instigada por la señors, le puso de patitas en la ca– lle cuando fué á visitarla durant e el veraneo, tras ocho meses de ausencia. Todos estos eran hechos remotos cuya inmanen– cia, aunque velada por mil diversos signos, se des– cubría. Le era insoportable á joshepa que su mari– do, cuando los negocios agrícolas pintaban bien, ponderase las excelencias de la labranza. Resignar– se, puesto que la suerte así lo quería , santo y bue– no; pero entusiasmarse!..... De aquellos anteceden– tes procedía la tendencia de J oshepa á aumentar los recursos familiares, sin demandárselo á los rendí- . mientos de la agricultura. Cuando las hijas crecie– ron, contemplándolas el padre robustas y hacendo– sas, quiso tomar nuevas tierras¡ la madre se opuso y defendió la solución de dedicarse las tres al lava– do de ropa, propu~sta que admitió Martín por ser el de lavandera oficio muy común entre las mujeres riberanas. En verdad, la hucha no experimentó aumento pequeño con el incesante chorrillo de plata que las mujeres vertían á costa de su labor pertinaz y durísima. Numerosos paseantes, durante el vera– no y las otoñadas benignas, por ser aquellos luga– res frondosos y pintorescos, pasaban delante del caserío. Andrejoshepa quiso armar un enrejado de parra, plantar unas cuantas mesas y sillas, y servir chocolates, vasos de leche y botellas de sidra, cer– veza y gaseosa. Habiendo, como había en casa, mu– chachas de buen ver, acudiría gente los domingos o

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