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A. CAMPIÓN 135 libre.De poca tierra, oculto, á trasmano, en las es– tribacionesdel Biandiz, junto á las mugas de Naba– rra el caserío desde estos puntos de vista no lle– naba las aspiraciones de Martín; mas si la tierra la– borableera, más bien, escasa, constituía un coto muycompleto, con helechal, castañal, manzana! y arboledade chopos y fresnos colindantes á las he– redades, arroyos diviseros, huertecita y fuente in– mediatasá la casa; todo ello perfectamente cuidado y cultivado, \.'.igilable desde la ventana. El edificio, de nueva planta por haberse quemado el viejo, tam– pocoera grande. El precio tentaba; cerca de Easo la hacienda habría valido doble. No se ofrecía otra en venta. De comprarse sobrarían brazos, porque puesta allí la familia caducaba el oficio de lavande-· ra. Entonces, acaso, convendría dejar á Tomasha en laciudad,por menos útil que Pachika para el campo. Martín al cabo se decidió, y después de conve– nidas las condiciones y de encargada su redacción al notario, se lo comunicó á su mujer imperiosa– mente, en tono que no admite réplica. La andre, cohibidapor el bochornoso secreto y por las demás malandanzas,estaba de antemano resignada al de– creto marital y á sus antipáticas consecuencias: ha- . bitar comarca nueva, aislarse entre breñas y fatigar el cuerpo con cuatro ó cinco horas diarias de cami– no, invierno y verano, bajo la pesada banasta de verduras y comestibles. -Hemos de decidir lo que hacemos de Toma– sha- dijo·Martín con cara fosca, signo de la ojeriza que le había tomado;-pu esto que aprendió las co– sas en la calle, gánese la vida en la calle. - Sí, pero no encontramos dónde..... El jornal de los talleres es corto. No es cosa que sufra priva– ciones muchacha que tiene dote. - Dote? - replicó desabridamente Martín;-en papeles de La Ibérica se lo daré. Olvidas la pér-

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