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132 LA BELLAEASO gante, pa que cuando abre la puerta digan las visi– tas: "ené! este D. Juan Bautista..... siempre las criadas más hermosas y mejor vestidas de Easo! Con esto solo se hincha de orgullo. Le digo á us~ ted, andre J oshepa, que D. Juan Bautista es un chocholo! D.ª Constancita temía al vaticinado respingo. Pe– ro el "desliz,, de Tomasha, las repulsas recibidas cortaban los vuelos á las pretensiones de la andre'. Una amarga pregunta la atosigaba interiormente: "qué le queda por perderá tu hija?,, En vano per– maneció oculta la falta grave; el deslustre de la re– putación venía por otros caminos. Cada vez con ma– yor claridad notaba que sus naturales aspiraciones, tocante al acomodo de Tomasha, quedaban someti– das á inevitable merma. D.ª Constancita no podía adivinar cuál era el ver– dadero rumbo de aquellos pensamientos. Vislumbró cierta predisposición á asentir. La insistencia en ca– sos de perplejidad amenudo es contraproducente. . Hizo ademán de marcharse, pero se detuvo á tocar con suavidad un punto sugestivo. - Ya he dicho antes que ni los mismos berrike– taris creen..... ¡bromas pa erreir en tertulias!Él tiene culpa, por supuesto: ¡grasia le hase! Así mi difunto, afisionao á casar, en los últimos tiempos siego casi se puso..... de los riñores, ó así, aquél estaba..... je, je! los médicos de hoy día disen unas cosas! los ri– ñones, siego pa quedar, qué tendrán? El difunto, pues, la casa compraba que él había matao disien– do, y los amigos, "oh! la mejor escopeta del pueblo!,, y él la mentira misma creía..... D. Juan Bautista de la casta es: viejo de cuerpo, joven de intensión. Na– die cree las bromas; todas sus criadas buenos mari– dos encuentran; sinco en estos pocos años pa casar– se han saliro; mire usted á la Yaneta, sino! Ah!ésa ya le contará lo ederki que lo pasan, si le pregunta.

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