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A. CAMPIÓN 131 ña me fué mal: dormí en muchas camas, comí en m~chasmesas! Por fin entré en casa de D. Inda– lecío Achúkarro, viudo, y allí permanecí nueve años hasta que me casé con el difunto. ¡~pensados horizontes se extendían ante los ojos de andre J oshepa. -Calle! tendrá usted razón! Las mujeres somos muymalas ..... -Sabido, mujer, sabido! La tierra, después de la correspondiente labor, podía recibir la semilla. Tornó á relamerse doña Constancitay se decidió á salir de las insinuaciones preparatorias. Por costumbre, se expresó en cas– tellano. -Casa buena, casa buena! Ya conosco yo una, dondenesesitan donsella! Pero apenas oiga el nom– bre,acaso hará usted ¡uf! por esas habladurías de lascondenadas lenguas! Pura invidia, si miramos á la sustansia. Invidia de las criadas, invidia de los amos! runnmes, ruido de vientos; pero nadie se presentará á desir "esto,, y lo "otro,, de verdades. El amoes viejo; cuanao joven le gustaban las chi– cas- naturalmente, los hombres, qué harán? - aho– ra conserva la fama. Él es alegre, afisionado á de– sir á esta "qué hermosos ojos te parió la madre,,, y al otra "tu sintura puedes meter por uno de mis anillos,,,y si á mano viene, á darle un tirón de las narises ú otra monería inosente. Pero cosa mayor, nunca.Ni los que hablan creen, tampoco; ganas de chulearse á costa del pobre viejo! A él se le cae la baba oyéndolo desir: "no me toman por viejo,,, piensa. Proporsión mejor no hallarán ustedes: sol– dada, treinta pesetas; trabajo, poco, tres criadas en un habitasiónchiquita!; los armarios, abiertos; me– sa, la del amo; salidas, domingos y fiestas; quehaser de la donsella, planchar las camisas y ropa blanca, servir á la mesa y ponerse muy guapetona y ele-

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