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14 LA BELLAEASO Favoreciéronle veintitantos años de paz inalterab le y las transformaciones de la ciudad vecina. Con– cluida la guerra civil emprendiéronse obras, fundá– ronse industrias, acudieron veraneantes de media ·España, ascendió á real sitio la modesta capital de provincia , doblóse el número de almas, afluyó dine– ro ávido de especulaciones, y junto á la eclipsada Jzurun surgió la bella Easo , la radiosa Jayápolis, alegre, coqueta, elegante, prodigando sonrisas de camarera complaciente, entre músicas de danza y taponazos de champagne. Cuanto los campos y el corral de Martín produ- • cían se vendía á elevados precios. Mas si la familia ganaba á la moderna, continuaba viviendo á la anti– gua . Era el caserío colmena de abejas donde nadie, ni aun el abuelo Shidoro, de cuya cuenta corría la recomposición de los aperos y el pienso diurno á los bovídeos, estaba ocioso y parado . De gran ma– drugada-mucho antes de amanecer en el invierno -salía una de las hijas á distribuir la leche entre los parroquianos de la calle, á la vez que su her– mana , por lo común Tomasha, con voluminosafar– dela de ropa sucia sobre la cabeza bajaba al río . Más 6 menos después, según la estación del año, andre Joshepa, la esposa, repleta la enorme banas– ta de hortaliza siempre, y de hue vos, pollos, galli– nas ó patos á razón del rendimiento casero, aldas en cinta, zapatos en cesta si llovía, pulcra mente ves– tida de negro, iba diariamente al mercado. Mientras, retornaba la "lechera.,, y después de mudarse de traje, al río también ó á las labores del campo; y andre joshepa, á su vez, en cuanto regresaba se ponía ~ darle á las chorreantes sábanas y camisas, porque eran lavanderas de una fonda y nunca falta– ba apremiante tarea. Martín cultivaba la hacienda con la ayuda de Pa– chika, la infatigable boyerirn, layadora, escardado -