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A. CAMPIÓN 129 causadel peso. Una peluca le comía la frente y le asediabalas orejas. Andre Joshepa, al tanto del caso por los ru– moresde la vecindad y las respuestas de Tomasha, nosin trabajo obtenidas, facilitó cuanto pudo el bo– chornosorelato.' Y mientras fingíaadmirarse por la nueva,interiormente hallaba, en un suceso peor, el consuelodel doméstico, bajo siete estados de tierra oculto,á Dios gracia$. Mitigadas un poco las mani– festacionesdolorosas, atenta á la indicación de la hora,sirvió una jícara de chocolate y el vaso de leche,el pan y los bizcochos, obsequio obligado en cadauna de las visitas vespertinas de D.ª Constan– za. Los bizcochos, por el buen sabor sin duda de lasconversaciones en los otros pisos, le parecieron exquisitos. -Están untados de mantequilla, ó qué?-pre– guntó,examinándolos at~ntamente. El vaso de le– che sin desnatar acabó de consolarla y secarle las lágrimas.Notó que el suave líquido le había lubri– cadola lengua, algo enroñada por el espesor del chocolate.Dió tres 6 cuatro suspiritos artificiales, y comenzóla faena en baskuenze, con su tono coste– ño más almibarado. -Por supuesto, aquélla, la Tomasha, estaría sa– bedoray á usted se lo habría advertido..... Son muy amigas;entre jóvenes no hay secretos. - Contar la Tomasha? A duras penas responde ... -Ay, andre Joshepa querida! usted también de- be de redoblar la vigilancia ..... Aquélla anda muy suelta,muy libre..... Ya lo habría usted sabido; los periódicostrajeron algo..... que si paseos ó no con Alzaga,el amigo íntimo del que se me ha llevado á mi Guadalupechu..... La rememoración de la hija pedía un conato de lloro y D. 3 Constancita se atuvo al ritual. -A mí se me figura que mushú Pierr sabe algo SI
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