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A. CAMPIÓN 125 romper tu plato! Encárgale á mushiú. Pierr que no cuenteá qué casa te llevó aqu.ella noche... Por eso, ó así si te habría dejao Alzaga? El'turno de avergonzarse le tocaba ahora á To– masha. No sólo de avergonzarse, sino de sufrir una horrenda congoja. ¡El secreto de su caída divulga– do! Ella, instintivamente, rehuía encontrarse con Pierre, el marido de la Yaneta. Solía mirarla de una manera tan socarrona! le hacía unos guiños tan burlonesal pasar junto á ella! Sin duda era el co– chero de Guzirako que la llevó desde el teatro á la casamaldita!Temió que Guadalupe continuase re– moviendolos mal apagados tizones; con voz lacri– mosa,dijo: -No te enfades! quién soy yo, pa erreñir? Desía por tu madre; qué hará? -M i madre! enfadarse, llorar, ponerse mutur veintedías, y luego..... venirse conmigo. Dos tristes mujeres en Easo, con una pensionsita y un cochino jornal de costurera, no pueden vivir. Los trajes lo comen todo; el vestido es de rica, la tripa de pobre ... Y diversiones, dónde me dejas? Siempre te andan alrededor, tentando, como las moscas..... No te has de divertir tú también, siquiera por refrescar los ojos, escosidos de la costura, por olvidarse de las veladascuando dise la maestra:-"mucbachas, esta mismanoche hay que acabar el traje,,?-Al día si– guientese luse la ricachona, y á mí me duele el co– gote, la sintura, el pecho, los dedos, y veo color de humo!De nuestra clase, la que puede se casa con un viejo, como la Mari-Juana, que pescó á Sarasola; la que no, se enreda con un joven..... Yo todos mis posibleshe hecho por pescarle á Leonardo, bien sabe Dios!Ya que se divierte conmigo, que mesa– que de privasiones! La ironía, el despecho, el coraje, enturbiaban la voz clara de Guadalupe. Habían llegado al ángulo
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