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A. CAMPIÓN 123 Egilazy la Dolores, colegas to~as ella~ en la com– parsa patriótica, concurrentes asiduas a l~s rome– rías, fiestas patronales y esP;ect~culos de fuera y dentro de la ciudad, desde Irun a Tolosa y desde Hernani á Motriko, sin otras cortapisas que las del horario de los trenes, pues la ida y vuelta eran cosa del día. Recibieron un apodo, "las del palique,,, porque, dando y tomando conversación sin empa– cho, con ningún hombre se enredaban en amores; nunca se escurrían del prólogo, provocativo y ga– lante. El mote basko era más expresivo aún: ziri– kitzalleak. Por guapas y alegres disfrutaban ··cte gran partido entre la gente de buen humor. Tomasha y Guadalupe se apretaron las manos. -Andas aprisa, ó qué?-preguntó la primera. -'No; es temprano, aún. -Pues iremos despasio, ·hablando. Me ocurren noverares. -Y á mí también, chica. -Nos las contaremos. Se dieron los brazos, ensortijándoselos, y bajaron á la calle. -Me empieso? . -Te empiesas . -Ayer me fuí por última ves al taller. -Esó? -Era día de mes cumplido, y acabo. Los padres mandan que me ponga á servir en buena casa. -A servir? tú á servir? -Yo misma. -Gaishoa! me das lástima. Sirviendo se está muy sujeta. Salidas, los domingos y escapatorias. Tú que dises? -Callar. Ellos mandan. No encuentran casa de gusto; ya buscan, pues ... Disen, pa no tomarme, por– que anduve en aquella prosesión y porque después se han hablaro de mí los papeles. Yo, qué culpa?

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