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A. CAMPIÓN t t 9 El recibimientode Irigoyen, alegre y cordial, tran– quilizóde golpe á Martín. -Buenas notisias; hemos vendido los sirios. Gana usted media onsita por acsión. Aquí está la cuenta:escúcheme. Desplegóun papel y fué leyendo números y ex– plicandoen baskuenze, minuciosamente, la opera– ción.Ni una sola vez le molestaron las malas enten– dederasde Martín. En seguida volvió á expresarse en castellano. -Con la compensación de ahora la pérdida de las ibéricas, que fué de 18.900 pesetas, se rebaja á 9.892 y 65 céntimos. Je, je! le queda un buen pe– llonsitoentre las uñas; caramba! más de 28.000 pe– setas, echemos 6.000 duros en redondo, 90n los ahorritos que aun tendrá en casa·ó los que hará pronto. ¡Con rasón desía el marqués de Castro-El– vira que era usted un judío de marca! Cuánto pagó usted por Lizardigaraikoechea? No pretendo que– brantar el secreto..... Castigo del sielo ó así, si será el krack de La Ibérica? Lo peor es que, por pegarle á usted, á nosotros también .nos ha pegado sin cul– pa. Es la costumbre del de arriba . Aquí el dinero; cuente bien. Extendió los billetes sobre la mesa, y la fracción, en monedas de plata y cobre. Martín colocó las ma– nos encima; sus manos anchas de labrador, callosas · aún y toscas, pero empalidecidas por la ciudad y la dolencia. -Mío!-gritó con aire de triunfo, sin poder com– primirse, loco por la posesión de lo que temiera ver perdido. Guzirako se reía á carcajadas. - Del marqués, del marqués! El casucho que usted le arrimó apenas valdría 11.000 pesetas. AmigoMartín, no me guarde rencor por lo de La Ibérica; acuérdese que esos miles de duros se los he

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