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A. CAMPIÓN 115 fisiológico impresionó á D. Juan Bautista, predis– puesto á favor de Martín porque no le había echa– do en cara su consejo de comprar ibéricas. Peor li– brado saldría de la junta vespertina! aguardábale un chaparrón de invectivas y reproches! -Vamos, Martín-dijo en baskuenze-no hay que tirarse al surco. Pensemos en lo porvenir; re– mediemos hasta donde quepa el daño; sobre todo evitemos nuevas calamidades. - Nuevas?-preguntó Martín sobresaltado, le– vantando la cabeza. -Cuánto monta el dinero que invirtió en las ibéricas? - No lo sé á punto fijo; próximamente la mi- tad de..... -Ahora lo sabremos. No canse la memoria. Guzirako tomó un libro del estante y le hojeó, tomó notas y trazó números sobre un papel. -Ajá! reduciremos la pérdida á menos de una tercera parte: demasiado es, claro! Conviene que usted venda las acciones de Sirio; están subiendo mucho y aun subirán. Cuando lleguen al que su– pongo será su mejor precio-dentro de dos ó tres días- á deshacerse de ellas! Me autoriza á ven– derlas? Martín se calló, perplejo. Su c·onfianza en Guzi– rako, aunque lo disimulase, había desaparecido. Co– menzó á rascarse la frente, á estrujar la boina. -Martín, usted no se fía de mí: lo comprendo, ¡qué diablos! Esos gestos negativos huelgan..... En el asunto de Cuba me equivoqué de medio á me– dio; me metí, y le metí á usted y á otros amigos ..... Los periódicos y los militares tienen la culpa: do– blemos la hoja. Le voy á hablar con el corazón en la mano, exigiéndole que no repita lo que oiga. Me da usted su palabra?. bueno. La sociedad Sirio se hunde irremisiblemente; quieto, calma! La subida
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