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A. éAMPIÓN 105 á usted el marido se encuentra como el ratón me– tido en un queso de bola. ¡Al campo, al campo, al campo!Por Martín, por usted, por las hijas; son ustedes caseros incapaces de mudar la piel. La hija guapacomienza á ponerse anémica: esa vida de ta– ller, de encerrona, de atmósfera artificial, de traba– jar sentada, es una copa diaria de veneno á quien se crió como las cabras, á la santa intemperie! Esto, desde el punto de visia físico¡9esde el moral..... yo no debía de meterme en esto, eh?..... los disparates cometidosfueron mayores. ¡Exhibirla en aquella memo-mascarada,recién traída de la aldea, hermo– sa, fresca, inocente, equivale á poner las uvas al al– cancede los tordos. Usted no sabe lo que es Jayá– polisen materia de sayas... ¡cómo se sigue el rastro á las guapas hembras, el número de tiburones que hay en la orilla! Total: con razón ó sin ella, sin ella ¡quiéraloDios! la reputación de la muchacha se en– cuentra comprometida; tiene trato con señoritos, lo que especialmente debía de evitarse y lo que casi era imposible de evitar..... ¡Al campo, al campo!Se– guiré visitando á Martín. En cuanto le dé de alta, á fe de Telesforo Irisarri, nabarro terco como las pe– ñas y claro como las fuentes, no Je vuelvo á tomar el pulso á ningu_node ustedes, si no es en el caserío. D. Telesforo hablaba muy lentamente, con voz . recia y entonación desabrida, fumando, tosiendo y escupiendosin tregua. A mitad de su parlamento se levantóde la mesa y se metió las mangas del gabán: andre Joshepa inútilmente pretendió ayudarle.- "Los ayudas de cámara, corno no estoy acostum– brado, en vez de facilitarme la operación me la es– torban.,,- Desde la puerta oyó el ruido de la lluvia sobre la lumbrera, y se detuvo. - El paraguas¡ me lo olvidé en el cuarto del en– fermo. Lo tomó sin dar las gracias.
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