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102 LA BELLA EASO - Mañana comenzaremos con el purgante. No hay necesidad del hielo. Pero de los vesicantes no escapa. Hemos de acelerar el desembobamiento. Mientras aplicaba los vejigatorios á las piernas de Martín fué prescribiendo .el r~gimen dietético, muy severo, con graves conminaciones para su obser– vancia literal. Después palpó y sacudió diversas partes del cuerpo. - No hay nada más que hacer por ahora. La mejoría seguirá su curso; así Jo espero. Mañana quedará completamente despejado, mas se me figu– ra que tendremos algo, ó bastante, de paralisis he– miplégica ..... pasajera, eh? dicho se está: cuestión de un par de días, á Jo sumo. Por ahora, andre Jo– shepa, no se queda usted viuda, á pesar de lo con– cienzudamente que trabaja por conseguirlo. No di– remos lo de "el muerto al hoyo,,, pero lo de "el vivo al bollo,, sí. Me han sacado ustedes de casa, sin tomar chocolate. Sírvame usted un par de hue– vos y un cacho de longaniza, y mi paisanito tinto, eh? De aquí voy al caserío Berrondo-goikoa. Buen repecho, diablo! Andre Joshepa agradeció mucho á D. Telesforo la ocasión que le ofrecía de mostrarse obsequiosa. -Venga usted á la sala. Aquí huele mal. Toma- sha, cuida del padre. . D. Telesforo levantó del suelo el gabán y se lo colgó, á estilo de dolmán, del hombro izquierdo, sin meter los brazos por las mangas. Antes de salir se arrimó á Tomasha y le puso la yema del dedo índice, tostada por las colillas, junto al párpado in– ferior derecho, estirándole hacia abajo la piel, de suerte que la conjuntura palpebral quedase al des– cubierto. Ella, sorprendida, no sabía qué cara poner: era broma, ó caricia sui generis ? De tal hombre, oscilante si~mpre entre el gruñido y la chanza, cual– quier cosa podía esperarse. El examen no satisfizo,

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