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98 LA BELLAEASO Después de dar la última mano á su toilette y de asegurarse de que el agua fría había borrado tos vestigios del llanto y restablecido, aunque fuese pa– sajeramente, la coloración habitual de las mejillas tomó el paraguas y se dispuso á salir á la calle,si~ despedirse de su madre, s:uya cólera no quería afrontar de nuevo. En el pasillo la encontró: venía corriendo, lanzando gritos, manoteando mucho. - No sé lo que le sucede..... parece un tronco..... no hay modo de despertarle ..... qué de ronquidos, Dios mío! Todo son desgracias! Iba á llamarte; corre á casa de D. Telesforo; tráetelo. Pronto, pronto, pronto! Es temprano; aun no habrá salido á la visita. Tomasha, sorprendida, casi no se daba cuenta de lo que oía. Inmóvil en medio del pasillo, se abrocha– ba y desabrochaba maquinalmente el impermeable. -Mujer, muévete!-gritó andre Joshepa dándole un empellón.-Aguardas á que se muerá tu padre? Estas palabras sacaron á Tomasha de su atonta– miento. Antes de echarse á la calle quiso ver al en– fermo. Metió la cabeza en la alcoba y la retiró en seguida, asustada por el aspecto.imponente de Mar– tín.-Padre! -ex clamó, y se lanzó escaleras abajo, enjugándose los @joscon el pañuelo. Al paso comu– nicó la noticia á Pachika: en jarras el brazo izquier– do, extendido el derecho á lo largo del muslo, re– mangadas las sayas hasta la rodilla, estregaba el sue– lo baldeado con un trapo movido por el pie, ·dando violentos talonazos que trasmitían oscilaciones á los vasares, y tarareando á media voz. Interrumpió la faena, entornó precipitadamente la puerta de la taberna, la aseguró con la barra y subió á la habitación sin dirigiruna pregunta á su hermana. Andre Joshepa la recibió desabridamente. De algún modo había de dar espita al mal humor de sus graves preocupaciones. -No haces maldita la falta aquí. No le curarás á

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