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94 LA BELLAEASO timas frases. No pudo reprimir un sollozo tan hon– do que enterneció á la andre y desvió por otros cauces su cólera. -Ah, mal hombre! engañar á una muchacha co– mo esta, tan hermosa, tan inocente! y después, re– ñir con ella por algún pretexto buscado de propó– sito; ¡si te vi no me acuerdo! Porque eres rico pien– sas que nos haces favor quitándonos la honra! También el pájaro vuela alto y le tiran desde abajo y le matan! Dios castiga, Dios es amigo de los po– bres. No necesito oir el nombre; te lo pregunté por ver si tus respuestas eran verídicas. Iré á su casa; para que me escuche le meteré, si es preciso, los puños por las orejas. El mal hombre se llama Luis Alzaga, vive en la Avenida, número..... Tomasha se tiró de la cama impetuosamente, in– terrumpiendo la frase. Cruzaba las manos, levanta– ba los brazos, ejecutaba todos los ademanes de sú– plica y alarma. -Eso no, eso no..... Repitió estas palabras una porción de veces se– guidas; al parecer no podía pronunciar otras. A ndre Joshepa le echó las manos sobre los hombros y le sacudió el cuerpo con violencia: -Di otra cosa, hija!Me espantas. Tomasha se sobrepuso á la especie de pasmo de su facultad discursiva. - Luis es un caballero!-gritó.-No engaña, no miente,no buscá pretextos!ALuis le debía usted be– sar los pies, madre..... Ha querido casarse conmigo. La sorpresa de la andre se marcó en su vehe– mentísima pregunta: -Entonces, por qué rompisteis, por qué? Tomasha veíase constreñida á remover todo el poso de sus amarguras. ¡Cuán horrible el suplicio de la memoria! -Porque soy honrada, madre; porque yo no
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