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A. CAMPIÓN 75 delcielo sobre un ag~a ~~ist~lin~se :efl~jase el ló– brego abismo, no atnbuma a la 1maginac1ón el ~am– bio?Interpretaba rectamente la causa ~e tan 1~~s– perada congoja? La ve~dad no ha de J~garse a Ja cara ó cr'uz de la con¡etura..... Al .r~ves de ante.s, deseaba puntualizar las cosas, estenhza r por med10 de la evidencia la facultad genésica de la ilusión. Volvióal banco, y con voz sorda, dijo: -Tomasha, me oíste? Dame tu palabra; tienes la mía, yo necesito de la tuya..... Tomasha cerró los ojos, como cuando se recibe un golpe; los abrió en seguida, resplandecientes de lealtadserena y firme. -No puedo darla-contestó resueltamente, pero conun casi imperceptible trémolo de lágrimas en la voz;-no soy digna de ti..... Luis dió un grito de angustia y se apartó del ban– co nuevamente. Así como el que se ahoga recuer– da, en las ansias supremas de la asfixia, los hechos culminantes de su vida, recordó él las fases·de sus relacionesamo~osas, progresiva toma de pósesión de un alma donde á porfía colaboraban el enamo– rado y el patriota. Deshojábanse sus esperanzas comoun rosal azotado por el viento. La incompa-· rablemente hermosa mujer en quien se atribuía la iniciación pasional había pertenecido á otro! Los celosde ese otro le mordían las entrañas . Ah! no era un rival contra quien cabría la lucha; era el ven– cedor irrevocable, puesto sobre el pedestal de lo pasado: realidad, pero fantasma que se le evapora– ba entre los rabiosos dedos! La cólera se retorcía, demasiadoviolenta aún para devorarse á sí propia, buscando sobre quién descargar. Tomasha seguía, con los ojos empañados de lágrimas, las actitudes de Luis, y sobre ella cayó. - Qué desengaño! qué inconcebible desilusión! Habría metido las dos manos en un horno, me ha-
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