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A. CAMPIÓN 73 Tomasha dirigió á Luis una mirada sorprendida; . supuso que padecía de quiméricos temores, y con– testó riéndose: -¡Hombre, nadie sabe! -Así lo crees, así lo creía yo también! La noti- ciano ha bajado aun á la calle, pero bajará pronto y traerá consigo las pullas de las compañeras y otros disgustosmás graves. Nuestras relaciones las sabe mifamilia y llegarán á oídos de la tuya. Lasorpresa de Tomasha combinóse con la alarma: - Cómo! yo no se lo he dicho á nadie. -Lo pregonan voces más sonoras . que la tuya: los periódicos. Tomasha se santiguó tres ó cuatro veces seguidas. - A mí me odian; me han jugado una mala par– tida! No lo dicen así como te lo cuento yo, clara– mente;lo dan á entender, y lo entienden cuantos te conocen y me conocen. Porque faltan los nomb.res propios, tus compañeras no se han enterado; sin embargo todas ellas, ó sus padres, ó sus novios leerán alguno de esos periódicos. La gente del pue– blo ignora el arte de leer entre líneas. Se ha de im– primir "fulano hace esto -ó lo otro". La explicación que en nuestro suceso ha de abrir los ojos bajará rodando desde lo alto. Tomasha veía confirmadas sus aprensiones: tras de las cosas serias, la temida desazón. Este era el hecho palpable; el entrometimiento de los periódi– cos no lo concebía siquiera. De cuantas cosas nue– vas iba enterándose, poco á poco, ninguna más sor– prendente! qué les importa á los papeles públicos los amores de ella y Luis? Y acusan á las aldeas de chismosas!.El azoramiento se le leía en los ojos. -No te aflijas,vida! Yo, blanco preferente de los disparos,me río. Esa infamiameimpone deberes;aho– ra voy á empezar á cumplirlos. El rumor púplico, sediento de escándalos y vilezas, propala, acaso sin

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