BCC00R49-5-16-1700000000000000410
68 LA BELLAEASO tido. Defante de ellas no se atrevía á hacer un ges– to, ni á mudar sus posturas, ni á abrir la boca. Mas si le contrariaban en su proyecto matrimonial, con– citador indefectible de motines vanidosos, se pro– metía abatir los humos de sus hermanas, descu– briéndoles el humillante secreto! Entendía Luis por primera vez que su amor al campo no era reac– ción incubada por los refinamientos del arte y la cultura, según se lo enseñaron sus libros, sino efec– to atávico . Pero el hecho de que entre los propios elementos de su casa se interponía una cuña, impe– ditiva del perfecto ajuste, ocasión de malestar, por lo menos, no podía negarlo. Se repetiría el caso? No estaba absolutamente limpia Tomasha de aficio– nes ajenas á su condición primitiva: la ciudad, las amigas, los ejem plos la tiñeron de un barniz nuevo, cuya esencia tóxica, acaso, absorbida por los poros, invadía el torrente circulatorio y producía una de– formación orgánica incurable. Esta contingencia era la que más le arredraba, aun á título de peligro re– motísimo. Cuando divisó el grupo de Tomasha, Leonardo y Guadalupe, exclamó para sí, inspirán– dose en sus lecturas:-La inteligencia es el faro á la entrada del puerto; pero el barco navega someti– do á la soberanía del océano: aquella luz no aplaca la tempestad. Que yo corra ó no corra un peligro, es igual. Me pertenezco á mi pasión. IV -Pensába mos que nos dabas mico; ·que la bella se quedaba sin novio-gritó Guadalupe;-nos íba– mos poniendo tristes. -Nadie lo diría-replicó Luis, distribuyendo apretones de manos á los del -grupo, cuyas caras
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz