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66 LA BELLAEASO en la esfera d~ que no debe salir esa mujer?... Aho– ra, exaltado, me contestarás "sí,,. Y si cambias con los años, que son quienes mudan las perspectivas del vivir? Yo mismo pisé el camino que tú recorres hoy; entonces imperaba el romanticismo; cada hom– bre llevaba en el cerebro su granito de insensatez... Tu pecho abrigará siempre la convicción de que formas parte de otra sociedad más culta; oh! el hoy jamás se olvida. Esa mujer no será un hongo, eh? tendrá familia. Aunque ella, por suerte inverosímil, llegue á pulirse, el padre seguirá de boyatero, la hermana, de maritornes. Semejantes parentescos no se eclipsan; en vano los reducirás á la categoría de parientes de entierro, con quienes no se cuenta sino el día de los funerales, para hacer bulto: ellos ca– carearán de continuo que son miembros de tu fa– milia: pasarán años y años, pero la noticia será fres– ca en la aldea..... Tampoco te aferres á la ilusiónde que ella se ha de conformar con permanecer en la esfera á que te arrast ra..... ¡Señor, si es mi propia historia la que te estoy refiriendo! No observas que en tu pobre madre hay algo de anormal? se te ocul– ta que no es de mi clase, ni de la tuya? que vive en una especie de secuestro? Tenga quien tuviere la culpa, ora sea ella, ora tú, ó los dos, quienes os canséis de la vida modesta, indefectiblemente regre– sarás á tu punto de origen..... Aquel día sonará la disonancia entre la cabaña y el salón, entre la moza y la dama..... Enfermedad sin cura, vivirás luchan– do contra la humillación, contra lo ridículo..... pero la-'rémora que embarace tus movimientos seguirá pegada á las carnes ..... A Luis le producían malestar las referencias á su madre, la notoria humillación de su padre, el buen sentido de tan antipáticas advertencias. Hizo el ade– mán de quien impetra silencio. D. Víctor aprove– chó la coyuntura de substraerse á su mortificante

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