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' A. CAMPIÓN 65 tificaron,porque entraban dentro del círculo de sus juicios. Exhibiciones públicas de esa índole impo– nen cierta nota ridícula que no se percibe mientras dura el efecto adrr_;rativo. Tomasha siempre sería para las gentes ·'la que hizo de Bella Easo,,. Movido por ambos sentimientos, Luis s~, salió algo. de su preconcebidamesura, y respond10, aunque sm tras– ,mitir á la voz la ironía del reproche: -No me explico, papá, por qué te cuidabas, ha– ce unos minutos, de la reputación de una mujer que la tiene perdida en tu concepto. La contradicción era palmaria. Por segunda vez se censuró de torpe D. Víctor y se estimó pegado á la pared. De los caminos permanecía abierto uno solo que le contrariaba recorrer. Daba vueltas al– rededor de la mesa, fruncida por la cavilación la frente, envalentonándose y acobardándose . La mi– rada se velaba en las sombras del titubeo; las manos. blancas y regordetas, temblaban nerviosas al atusar inconscientemente la pulcrísima barba. Tantos y tantos signos de angustiosa emoción causaban pena á Luis, distrayéndol e de la suya propia. D. Víctor se dejó caer en la butaca, y doblado el cuerpo hacia adelante, abiertas las piernas y enlaza– das las blancas manos nerviosas en el hueco de de ellas, reanudó la conversación con lengua bal– bucientehasta que, excitándole el curso de las ideas, readquirió su habitual articulación de palabras. - Por Dios, Luis, reflexiona..... eso es muy gra– ye..... Hablo por experiencia; entiéndeme, por ex– periencia propia..... Ciertas cosas no suelen llegar á oídos de las personas de la familia... tú ignorarás ... Observa que entre esa muchacha y tú mediará siem– pre una distancia que no se acorta nunca..... Tupo– bre madre..... ¿Te resuelves á retirarte á un caserío, á dedicarte á la labranza, en una palabra, á recluirte 6
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