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A. CAMPIÓN 61 ñado Schopenhauer. Y ahora la doctrina operaba comoavasalladora sugestión, convidándole á dejarse llevar por la corriente desbordada, á cerrar los ojos. á capitular sin resistencia ante la ilusión amorosa. El baskismo militante se había retirado á segundo término; amaba á la mujer tal como era, no cuidán– dose tanto de esculpir en ella un ideal: creyente, in– genua, dócil, reunía las cualidades suficientes. La tarde que bajo la sombra de los árboles brilló en los ensoñadores ojos de Tomasha, ardientes porque pa– recían negros, suaves porque eran azules, la pri– mera expresión franca y abierta de una ternura has– ta entonces furtiva y titubeante, un apasionamiento de viveza idéntica respondió en el corazón de Luis. A la misma hora cayeron de una y otra parte los diques y vallas. Disipáronse el abatimiento y la tristeza de ella, se evaporó en el rosado horizon te la sombra siniestra de Raimundo; y los proyectos educativos de él, su por sí y para sí mismo pres– crita cautela, sus vagas sospechas, se disiparon tam– bién. De un golpe sonaron al unísono y comenza– ron á vivir en lo.presente. Llegó el domingo, tristón, de calor pegajoso: Luis temía que se aguase el paseo; á cada. instante mi– raba al cielo, contando sus alternativas de llovizna y sol. El artículo "Baskismo y guapa chica,, sólo una respuesta digna de caballeros admitía: la pro– mesa, grave y explícita, de matrimonio. Aquella misma tarde la daría, y se presentaría después á los padres de la novia. Suspiraba por comprome– terse y cerrarse todas las puertas de salida decoro– sa. Tal vez el artículo venéfico, traído y llevado por lenguas murmuradoras, perturbaba la humilde tran– quilidad de una familia, y ciertos incomparables ojos se deshacían llorando. Sentíase nervioso. in– quieto, accesible á indefinibles aprensiones; sospe– chó que sus hermanas rehuían la conversación,