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CAPITU LO TERCERO I E mil señales que observó disimuladamen- te, dedujo Luz que Luis andaba enamora– ) , do. De quién? Esta era la incógnita que á ~ - ~ , la curiosidad femenina y al cariño frater- , ~ · na! tocaban descubrir. -Verás - solía decir Julia - si existen esos amores, serán imposibles. Alguna pescadora, alguna casera, algún marimacho, sin duda, que per– sonifique á la raza baska..... La chifladura de Luis no puede dar de sí otra cosa..... alguna ordinariez que nos cubra de ridículo. Al pronunciar el vocablo de "ridículo,,, la majes– tuosa figura de Julia se estremecía como si se pusie– se delante una araña, un ratón ó cualquiera otro bi– chillode esos que meten miedo á las señoritas. Luz contradecía á los augurios de Julia, no sin temor oculto á verlos confirmados. -Luis es muy artista, muy culto: un intelectual, como dicen ahora. Cómo ha de mantener trato con una mujer de esa calaña, incapaz de entenderle si– quiera..... Julia no compartía con su hermano ningún géne-
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