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54 LA BELLAEASO -Lo que voy á hacer, se lo diré en seguida: á gran pena, gran curda! -Come usté, hombre, el bacalao; no ha cunclui– do mundo toravía! Andre Joshepa, dándole vueltas al asunto del ma– trimonio, y aun recreándose en el papel de casa– mentera, colocó una mesita delante de Perico, la botella de vino, el pan, los cubiertos y la fritada. -Come usté, hombre, come usté! Nunca cura se queda sin monadillo; uno si se emuere, otro viene. Lajumera, fingiendo sobreponerse al dolor, llenó el vaso hasta el borde y lo vació de un trago. - Tiene usté razón, señora: ¡ancha es Castilla! Él también le daba vueltas al asunto del matri– monio, y comenzaba á bullir en su cerebro una idea que le causaba risa, por lo absurda. Acaso lo absur– do no acontece alguna vez? acaso lo absurdo no es, á menudo, sino un grado de lo difícil? Por de pron– to, el horizonte se despejaba. De hecho se había quedado viudo. La separación de Florentina era irrevocable, por las trazas; jamás le darían ganas de . reunirse á él, después del feroz trato de tos últimos meses. La carta más bien atenuaba los hechos. ln– fundíale confianza en lo porvenir cierta frase de Florentina, á raíz de haber descubierto que él la hacía pasar por querida suya:-"no te · desmiento, porque esas señoras de la Conferencia, si supieran que yo era tu mujer legítima, acaso me atenderían menos. El deseo de apartarme del vicio les excita el celo,,.-Importábale ahora averiguar el parade– ro de Plorentina. Valdríase de sus relaciones en el gobierno civil, donde tenía vara alta desde que puso los votos socialistas al servicio de la coalición liberal. El nombre de una de las damas raptoras le hacía suponer que Florentina sería recogida en el magn{nco"Asilo de Santa María Magdalena.,, erigi– do en Vicálvaro por la marquesa de Escarlán, her-
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