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A. CAMPIÓN 43 -Vamos á ver, Melchora, prepare una tortilla consetas para seis personas de buen apetito, y cua– tro botellasde la sidra que embotelló el año ante– rior... AmigoLuis, la mejor de la comarca... Supon– goque la de la cuba... -Se acabó ayer, nausi. -Por eso no hay gente, y por eso-dijo bajando la voz-hemos venido nosotros. Guadalupe hizo una mueca burlona y se puso á cantar: Piensan los enamorados, Piensan y no piensan bien, Piensan que nadie los mira Y todo el mundo los ve. Terminó el canto y preguntó: -Qué hasen aquellas, la Madalen y la Agapita? Dentro, eh? Sin aguardará la respuesta, seguida de Tomasha y Leonardo entró en la cocina por la puerta del fondo. Luis se quedó fuera contemplando al cielo. En el cenit una enorme nube oponía el color oscu– ro del centro á los tonos rojizos de los bordes, es– plér.didoscual refulgentes metales, imagen de un continentecuyas escotaduras representaban istmos, cabos, bahías y golfos sobre el fondo del firmamen– to, color azul desigualmente intenso, desde el añil vivo hasta la palidez rayana del gris perla; al occi– dente, la coloración pajiza del sinuoso perfil de la nube se acentuaba convirtiéndose en oro liquido. - Lo veríamos en un cuadro-pensaba Luis-y tacharíamosal pintor de inexacto y caprichoso. Distrájole el voceríode la cocina,donde hablaban y se reían las mujeres. Entre las más estrepitosas carcajadas percibíase alguna vez la de Tomasha. -La intimido-reflexionó Luis;-es corta de ge– nio; la impresiona la desigualdadde nuestra condi– ción social; no hay tales melapcolías ni penas ocul-

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