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A. CAMPIÓN 31 dad en aquellos momentos era enorme. Editábase á retazos el famosodiscurso de Maura. Una frase, precedidadel aditamento "como dice perfectamen– te D. Romualdo,,,volaba de boca en boca:- "No te– nemos Marina, tenemos un Ministerio de Mari– na.,,- Y la frase de D. Romualdo, absorto por ver– se convertido en oráculo indiscutible, era glosada sangrientamente trayendo á colación los generales · y oficialesque navegaban en Madrid, en las Comi– sionesnavales del Extranjero y en las Escuelas de instrucciónmarítima; el número de cascos viejos é inservibles;la martingala de las dotaciones comple– tas y los sueldos de embarque desde el instante que el buque de papel flota sobre el pupitre del ministro. Los abusos, los despilfarros, las imperi– cias reales ó supuestas se disputaban la atención; los dicterios corrían á vena suelta: "pescadores de lampernas! tiburones de puertos secos! cuerpo co– reográficode las costas!,, Beloki, el viejo capitán retirado, centro de amplio corro bullente, vengaba la dependencia de la marina mercante recitando los siniestros de la d~ guerra, anotados cuidadosamen-· te, durante treinta y cinco años, en su "libro verde,,. De súbito, dominando el tumulto, una voz, tré– mula de pena y de cólera, y el estrépito de sillas y taburetes violentamente apartadas de las mesas, sonaron. La sorpresa impuso sil.encio. Cada cual volvióla cabeza hacia la serre; Luis salió de su ba– ño de rosas, y frente á la mesa de los "perros sa- · bios,, vió á un señor que gesticulaba y se esforzaba por mantenerse de pie. El color lacio del sombrero de paja le dió el nombre: "Perico Serantes!,,- Qué le pasa á ése?,, preguntaron tres 6 cuatro personas. - .....tendrán ustedes cuanta razón se quiera,-gri– taba Serantes, pero no es esta la hora..... Me re– cuerdan á la tintorera tras del buque para devorar el cadáver..... ¡Respeto á los héroes! ¡pobre Lazaga,
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