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30 LA BELLAEASO V Por la tarde Luis se fué á La Bella Ea.so, según su costumbre desde que se iniciaron los desastres coloniales. Dedicábase á observar las fluctuaciones de la opinión, agitada por diversas tendencias cau– santes de disputas. Recogíalas "frases,,, colecciona– ba las "salidas,,, y en Ca.u-chori, bajo el epígrafe de "La guerra en Jayápolis,, publicaba unos articulitos breves, brillantes y mordaces, muy leídos, verda– deras crónicas del espíritu público easonense. Por cautela se abstenía de tocar á las operaciones mili– tares. El último artículo, titulado "El próximo ve– raneo,,, era una burla, donosa y picante, de la pro– fecíade Guzirako y una disección de las "angus– tias patrióticas,, que los carameleros y barquilleros, representantes del comercio, y las pupileras, ge– nios tutelares de la ciudad, padecían. El artículo, por manosear la carne viva y burlarse de la cavila– ción dominante, disgustó más que otros. · El salón azul, lleno de bote en bote, apestando á turbio humo de cigarro, se había desentendido de su tranquilidad habitual. De mesa á mesa y silla á sillase cruzaban las conversaciones tumultuosas; todo el mundo procuraba antes vertir ideas propias que escuchar las ajenas. Por entre los corros, gru– pos y grupitos, se abrían paso .con dificultad los camareros, no obstante la frase:-"que mancho!,, Los mismos "perros sabios,,habíandisuelto su piña, fundiéndose en la desbordada afluencia de socios. Luis recorrió el salón de extremo á extremo: el desastre de Santiagoservía de tema á las conversa– ciones; pero no en sí mismo, sino en cuanto preám– bulo para vilipendiar á la Marina, cuya impopulari-

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