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28 LA BELLAEASO Guadalupe acerca de los marrons glacees. En tos jardinillos de la plaza le entregó los elegantes car– tuchos. Ella aproximó al paquete la linda naricita remangada, y aspiró el olorcillo entornando de gus- to los ojos. · "¡Por fin!,,,exclamaba Luis al dirigirse á su casa, compendiando en esa frase la alegría de anhelos próximos á su cumplimiento. Tomasha no era sólo una mujer calificada por excepcional hermosura; española ó francesa, y nacida en más alta cuna, le habría sido indiferente; pero baska, é hija del pue– blo, de la única clase social saturada de baskismo, ascendía á símbolo:- "En el cuerpo, digno de la ra– za bendita y misteriosa, insuflaré yo un alma igual– mente digna de la raz.a.,, Abrir la puerta del gabinete de D.n Ambrosia y notar que algo de insólito ocurría, todo fué uno: don Víctor, pensativo; D.n Ambrosía, maravillada;Julia, inquieta; Luz, llorosa, con sus diversas y expresi– vas actitudes lo denotaban. Al verle cesó de golpe la conversación:-"Hablaban de mí-pensó Luis;– chismes, habladurías de la Gran Timba! A papá le mortifican sin cesar por mis campañas en Gau-cho– ri y Euzkadi-berriya. No quiso preguntar nada y tomó asiento junto á su madre, frente á Luz, empe– ñada en reprimir sus lágrimas; mas las miradas in– quisitivas de Luis le aumentaron la emoción y rom– pió en sollozos. - Qué te pasa, querida?-preguntó Luis acer– cándose á ella. D. Víctor replicó ásperamente: - La falta de unanimidad en los sentimientos de familia es muy triste. Lo que á nosotros aflige, á ti te colma de alegría..... Te hemos oído cantar en la escalera, en la antesala..... Esto es monstruoso, sí, monstruoso-añadió tras breve pausa, satisfecho del calificativo.- Hay deportes indecorosos.....