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20 LA BELLAEASO esencias, y frente al tocador un lavabo de enorme jofaina y grifos bruñidos, y en todas las paredes es– pejos largos, y en el techo mismo el mayor de to– dos. Faltaba aguabenditera y crucifijo ó estampa de la Virgen; en el saloncito se veían varios cuadros cuyos personajes vestían trajes semejantes á los de la bella Easo, que dejaban desnuda buena parte del cuerpo. Y recordaba cómo la mujer gruesa de igno– rados nombre y domicilio la contempló largo tiem– po, de arriba abajo y de izquierda á derecha, dete– niéndose en cada rasgo, á guisa de los feriantes que examinan una vaca; á una vaca, sí, porque también la mujer le palpó el seno turgente, y al fin, lleván– dose las manos á la boca, con gesto ponderativo y moviendo la cabeza, exclamó melosamente:-"Qué guapa, pero qué guapa eres, muchacha! nada te fal– ta! Los hombres que te conozcan harán locuras por ·ti! ,,-Y en seguida manifestó que su hija estaba en el teatro y que ella le ayudaría á desnudarse y ves– tirse, y le habló de Raimundo, de quien ella había sido niñera, hasta que sonó el timbre eléctrico y salió á abrir ..... Plantada frente al armario de luna, con senti– miento se había ido quitando el traje de bella Easo; temía despojarse de su belleza; pero aun en ena– guas, desnudos los brazos, descubierto el arranque de los pechos duros y erguidos, siguió estimándose muy hermosa mientras abrochaba el corsé. La tez fina resplandecía al igual de la nieve, cual si los áureos cabellos la iluminasen con fulgor: solar. Se sonrió, satisfecha de sí misma, luciendo los diente– citos en la abertura purpurina de los labios... Abrió– se la puerta despacio, con mucha suavidad; no se cuidó de ello, creyendo que la mujer gorda volvía; prosiguió abrochándose el corsé dificultosamente, por el relieve de los pechos duros y erguidos·, que empujaban.-"Terremotera! mil veces más hermo-
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