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10 LA BELLAEASO delante del océano brumoso, el alto y blanco ca– serío de Jayápolis cerraba el horizonte. La ciudad le fué antipática; recordó el papel que estaba repre– sentando en la despersonalización de Euskaria: "Oh matadora de almas! Tu frivolidad es más terrible que un ejército ordenado en batalla!,, - Qué le sucede á usted, sefiorito?- preguntó en baskuenze una voz de mujer;- se habla usted solo! duran las buenas copas de anoche? Luis vovió la cabeza. Una muchacha se reía mi– rándole, mientras colgaba ropa blanca en un tende– dero de alambre. La conoció en seguida por la boca desdentada, envejecedora·de su sonrisa . - Hola, Dorotea! vives por aquí, verdad?-dijo, saludando á su antigua criada. -A llí arriba!--contestó, mostrando con el índice la cumbre de una colina. . Luis siguió la indicación. -El caserío de ventanas verdes, eh? Más lejos están construyendo un palacio; de quién es? - De un marqués de Madrid..... Antes era case– río también. Allí vivió la Tomasha, la que anduvo en las máscaras de ayer, vestida de reina..... ó..... - La bella Easo?-preguntó Luis, lanzándose so– bre la información con la rapidez de un gavilán. -Así creo que le decían..... En un momento averiguó Luis cuanto podía ape– tecer: nombre, señas, género de vida, costumbres, mejora de condición, historia de la Tomasha y su familia. Los pormenores eran muchos, y verídicos sin duda. Iba á jugar á cartas vistas. Según lo había adivinado al primer golpe, Tomasha era una hija de la naturaleza baska; la belleza de su tipo presen – taba la ejecutoria de su estirpe pura: aldeana, hija, nieta de aldea11os,miembro de la clase que mejor retiene los rasgos fundamentales de la étnica euska– riana, era á modo de ejen:iplar representativo de to-
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