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A. CAMPIÓN 7 da,,; y se retiró á casa, de peor humor aún que á la venida. Cenó y se metió en su cuarto, á leer y tocar "Tristán,,. A las doce volvió del teatro la fü– milia;Luz, entreabriendo la puerta, metió la cabeza y dijo en voz baja: "La escuadra de Montojoha sido destruida en Cavite; la noticiaes oficial.,,-"¡Bendi– to sea Dios!-exc lamó Luis poniéndose de pie- • 1 1 • ¡cuantome a egro.,, El desasosiego del espíritu y el malestar del cuer– po le impedían dormir. Era grande el calor; se re– volvíaen la cama, sudando, oprimida la respiración. Abrió las persianas, ávido de frescura; la atmós– fera estaba más pesada que antes de la tormenta; caían algunas gotas del cielo, resquebrajado por in– cesantes relámpagos; de tarde en tarde, un trueno muy lejano retumbaba. Se durmió al cabo y no cesó de soñar un instante. Asistíaal asalto del "Cen– tro Euzkeldun,,, viendo volar por el aire banquetas, botellas, vasos y hacerse añicos los espejos. Entre el resplandor de los sables desenvainados aparecía la imagende la bella Easo, más refulgenteque todos los aceros, y volvían á figurar las escenas del asal– to, y á ellas entretejidas otras más tremendas bajo un cielo intensamente azul: buques que arden, gra– nadas que estallan, la bandera espafiola que se hunde en un hirviente mar, y resurgía la•imagende la hermosísima muchacha, sin oropeles ni colorines carnavalescos, vestida á lo campesino, sentada so– bre las raíces de un corpulento castaño, escuchan– do, con la sonrisa de la acquiescencia, las palabras amatorias que le dirigían..... Pero quién, quién era ' el afortunado galán? Un espeso matorral le oculta– ba; Luis pretendía ver á través de la tupida zarza, cuyos espinos le dilaceraban los ojos, arrasándose– los en gotas de sangre, y aguzaba el oído suspen– diendo la respiración, y aunque no la percibía clara– mente, se iba convenciendo de que aquella voz aca-

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