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6 LA BELLAEASO co, y sobre el terreno escíibir los artfculos venga– dores, en euskara y en erdara, que Gau-Chori y Euzkadi-Berriya publicarían. En la calle, el revuelo de gentes le renovó el re– cuerdo, pasajeramente velado, de las comparsas y carrozas. Mujer hermosísima la bella Easo! Su cara, su tipo, no le eran nuevos; es~arbaba la me– moria, pero sin éxito. Quiso volverla á ver ele más cerca, saciarse en la contemplación de tan resplan– deciente hermosura, renovar la poética identifica– ción de la aldeana y la Patria baskas, en mal hora seducidas por la idea extranjera, y se dirigió hacia la plaza del Ayuntamiento. En el camino le detu– vieron varios socios del "Euzkeldun,,, exacerbados hasta el paroxismo por el asalto, tema único de sus conversaciones desde el mediodía. Luis, temeroso de ponerse en ridículo, ocultó su propósito y les siguió al Círculo, donde la concurrencia era mucha y la exaltación de los ánimos mayor aún . Le pidie– ron que escribiese artículos incendiarios, de lo más violento é insultante. Ignacio Lerchundi propuso que entre los socios se sortease el nombre del que hubiere de salir á ·las resultas, y esto se acordó por · aclamación, pasando sobre la disconformidad de Luis, deseoso de afrontar las consecuencias. Por estar á solas con sus pensamientos, dijo que inmediatamente iba á escribir los artículos, y se re– tiró á la Secretaría. Recortó cuartillas, tomó la plu– ma, cornenzó á redactar el primer párrafo y se ha– lló vacío de ideas, á secas de vocablos. Escribía y borraba frases incoherentes, cláusulas cacofónicas... Cierta imagen de mujer reconcentraba en sí toda la actividad cerebral. Rompió la cuartilla, ennegrecida por las tachaduras y sobrepuestos; arrojó la pluma... Al verle reaparecer los socios solicitaron la lectura, · en alta voz, de los artículos: "no he podido escribir una palabra-dijo-la emoción es demasiado hon-

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