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LA BELLA EASO ehantons la terrel J . RICHE PINo ( .. Ca }rftr,) CAPÍTULO PRIMERO I i U.t\NDO Luis salió del salón , después de oir á Vargas, estaba furioso y descontento de sí mismo. La frase que puso en ridículo al noble tenientillo fué, ciertamente, feliz, pero no pasaba de un ataque personal ingenioso: el fondo del asunto, la fuerza militar que se toma la justicia por su mano, perma– necía indiscutido. Le faltaron energía, entereza, ca– rácter, la cualidad por él más estimada. ¡Qué oca– sión aquella para decir cuatro verdades, frente á frente y suceda lo que Dios quiera!.... De pésimo talante tomó el sombrero y bajó la escalera para en– caminarse al "Centro Euzkeldun ,,, comentar el atra-