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A. CAMPIÓN 265 Raimundo, á media voz, le dirigió la palabra en baskuenze: -Vienes contenta, hermosa? - Mucho! Acercando Raimundo sus labios al oído de To– masha, prosiguió: - Gracias á mí! lo dispuse todo para que te lu– cieses por encima de las-otras..... Me guardarás al– gún agradecimiento? Los labios de Raimundo, al preguntar, tocaron levemente la oreja de Tomasha, bocetando un beso. Ella no contestó con los labios; pero su mirada, pal– pitante de promesas, excusaba palabras. La voz de Guzirako dominó el bullicio: ;_ Señores, sitio! plasa á las guapas chicas que tan alto han puesto el pabellón de Alaitasuna! Se hase tarde. Hemos de recontar el dinero, senar, ir al Teatro, donde nos aguardan con otra ovasión. A ver, las postulantas, conmigo! Las demás pueden ir tomando asiento á la mesa. En seguida vamos; has– ta entonses nadie come bocao. En el salón principal. estaba preparada la mesa para la bella Easo y su séquito, junta directiva y comité de ·fiestas: los demás socios debían de con– tentarse con las mesitas del salón restaurant.– "Por qué han de usufructuar ésos á las chicas?,,– preguntaban algunos, cariacontecidos y envidiosos. Tomasba dirigió una mirada de asombro á la me– sa. Los ramos de flores y los macizqs de plantas, la batería de copas, sus formas y tamaños diferen– tes, el número de cucharas, tenedores y cuchillos, el plegado de las servilletas, las conchas surtidas de hors d' amvres, mil particularidades nunca vistas la mareaban. Cómo entre tanto chirimbolo mover ma– nos y brazos, sin rotura de cristal ó porcelana? en cuál de aquellas copas beber el agua y el vinó? aquellos tenedorcillos en forma de sarde, para qué

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