BCC00R49-5-16-1700000000000000410
262 LA BELLA EASO nigua comience en la nobilísima y españolísima Gi– puzkoa,, . Los rotativos contestaron satisfactoria– mente. La prensa local, sin excepción, nos ha pro– metido, además de no censurar nuestro asalto, aplaudir lo..... - No es verdad! - gritó Luis, saliendo del balcón. Los que se habían olvidado de su presencia, se sorprendieron. La mayor parte,de los circunstantes experimentó impresión desagrádable: el temor de un altercado enojoso. Vargas, más sorprendido que nadie, permaneció con la boca abierta. Balbucean– do un poco, dijo: -Estaba usted ahí, Luis? Hombre, no lo sabía. Lo siento. Mi ánimo no era el de molestarle perso– nalmente. Pero, qué es lo que dice usted no ser verdad? Las mejillas de Luis estaban encendidas, su cuer– po temblaba: se le conocían los esfuerzos por re– primirse. --Lo de la prensa local unánime: ni Gau-Chori ni Euzkadi Berriya se morderán la lengua. Como me llamo Luis, al principio, cuando comenzó usted á hablar de hazañas, me imaginé tontamente que iba usted á referir alguna contra los yanquis ..... Es– ta es más fácil; inauguran ustedes brillantemente la campaña ..... Le felicito á usted ..... Cuando se come– ta por ahí algún estropicio, de hoy adelante, en vez de decirse el burro se dirá: Vargas entró en la ca– charrería. Luis salió del aposento, levantándoseles á todos un peso de encima. La última frase causó risa, y la echaron á broma por quitarle importancia. Vargas,. cerca de D. Víctor y D.ª Ambrosía, se acusaba de inoportuno y pedía perdones, aunque indicando al– guna reserva tocante al insulto personal. Pero sus compañeros de armas alegaban las circunstancias 3tenuantes y aun eximentes que concurrían .- "Mu-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz