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A. CAMPIÓN 261 Eugenio Larrarte, satisfecho -por el sesgo de la conversación, indicó á sus amigos con una mirada el balcón donde permanecía Luis. Los pollastres se sonrieron maliciosamente; saboreaban ya el posible choque. El sobresalto de Luz subió de punto. Cómo impedir la escena desagradable? se había vuelto idiota!no le ocurría nada! La reina de las ardillas, por su afán de exhibición, imposibilitó el encauza– miento. -Hemos oído lo que de público se cuenta..... Pero.oírselo á uno de los protagonistas..... Según las crónicas, usted, Rafael, se ha distinguido más que ninguno..... Vargas concluyó de beber el té; dejó la tacita so– bre la mesa. -Gracias á Dios!-contestó .-Iba sospechando que eran ustedes unas hijas de Eva degeneradas, sin pizquita de curiosidad..... Tanto como el que más, no afirmo yo que me distinguiera; pero mi cuenta de cacharros al bizkqitarrismo, monta algu- nos cientos de pesetas..... • Vargas hablaba sin mover casi el labio superior, con tono levemente gangoso, sin gestos de la cara ni otros ademanes que el parco accionado de sus manos blanquísimas, afiladas y chicas, objeto de en– vidia para la reina de las jirafas. Contó, riéndose mucho, el asalto al "Centro Euzkeldun,,, y añadió: -El ministro de la Guerra, á quien dimos parte del hecho, acaba de contestar satisfactoriamente; excusa lo que pudiere haber de censurable, con los nobles y patrióticos móviles que produjeron el acto. Es lo que se buscaba! no iba á decir el ministro que merecíamos la cruz de San Fernando! Para evitar que la opinión se descarríe, hemos acudido á la prensa madrileña, á los grandes rotativos que ha– cen opinión. Molinedo, el teniente coronel, ingirió una frase feliz: "no podemos consentir que la ma-
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